México: El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y Africa, 2003. 232 p.
ISBN 968-12-1120-0
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PRÓLOGO
En medio del alud de papel impreso que invade nuestra cultu- ra, Italo Calvino recomienda el retorno a los “clásicos”. La cues- tión es cómo regresar a ellos, pues toda lectura está impregna- da por la historicidad del mismo acto de leer. “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”, nos dice Calvino. La importancia de entrar en contacto con un clásico es que permite relacionarnos a la vez que distanciar- nos de él.1 Uno de estos clásicos de la literatura sociológica y antropológica moderna es Frantz Fanon. Indudablemente su obra sigue siendo un filón para comprender la naturaleza del colonialismo en la era de la modernidad científica y tec- nológica.
Para acercarse a los clásicos, sin embargo, se recomienda marcar la distancia que separa a la actualidad del lector de las obras del pasado. Toda lectura es un acto productor de senti- do. No asumirlo contradiría precisamente el fundamento del alegato crítico de Fanon inspirado en el movimiento feno- menológico que estimuló también a Sartre, esto es, la apertu- ra a la historicidad radical del sujeto como de la obra misma.
Fanon se distingue esencialmente de otras obras porque evita caer en una defensa a ultranza del sujeto colonial que no rebasa el protocolo de las buenas intenciones. La radicalidad de su pensamiento consiste en asumir el principio de histori- cidad que rodea tanto al colonizador como al colonizado. Su escritura está sellada por ello con los trazos de la temporali- dad. Es constitutiva de la historia que traza sobre el colonialis- mo moderno y sus trastornos en la piel y cuerpos de los coloni- zados, pero también en la sociedad de los colonizadores.
Desde que Fanon publicó su última obra en 1961 ha habi- do acontecimientos que han transformado la faz de la Tierra y, en consecuencia, han afectado la producción crítica inte- lectual. El apartheid sudafricano desapareció. Argelia ya no es la que antes era. Sartre no está más con nosotros. Muchas de las guerras de liberación se malograron, otras triunfaron. Pero sobre todo la Unión Soviética dejó de existir. En medio de estos desplazamientos parece dibujarse un abismo que nos separa de la experiencia histórica conformada durante el pe- riodo de la denominada “guerra fría”.
Lo anterior no quiere decir que no puedan tenderse puen- tes entre las dos orillas que nos separan. Quedan afortunada- mente los “originales” para poder reanudar el diálogo del presente con su pasado. En ese sentido la obra de Fanon se constituye en el archivo que le permite a Alejandro De Oto trazar sus propias huellas sobre la memoria poscolonial. Reali- za su trayecto con la intención de traicionar lo menos posible a los “originales” pero sin caer en la ingenuidad de pensar que éstos se le ofrecen a su mirada de manera inmediata. Por esa razón dedica una buena parte de su indagación a analizar los usos de las obras de Fanon. Al igual que Calvino, De Oto asume que toda obra llega a nosotros “trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado lo más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres”.2
Así, las pistas dejadas por la escritura de Fanon se trans- forman en este libro en el archivo de una memoria orientada al rescate del pensamiento crítico durante el periodo poscolonial. Es verdad también que en estas aproximaciones no pueden soslayarse los desplazamientos recientes habidos en la geopolítica mundial. Empero, sin tener que adentrarnos en el cúmulo de las peripecias de este proceso sabemos que sobre sus márgenes sobrevive la trama discursiva del colonialis- mo moderno. Es exactamente en ese tejido que Fanon efec- tuó en su momento una incisión para tratar de curar el cuerpo enfermo representado tanto por África como por Europa, pero también por América Latina.
A la obra de Fanon le siguió una pléyade de escritores y pensadores, de críticos y comentaristas. De ello se nos da cuen- ta prolijamente en este trabajo, sólo para proseguir el diálo- go con la obra de Fanon a partir de sus zonas de indetermina- ción, hecho desde nuestro presente. Tomando en cuenta esta distancia, Alejandro De Oto se pregunta acerca de lo que to- davía hay de rescatable en el autor de Los condenados de la tierra frente a las urgencias éticas y políticas de nuestra actua- lidad. De un hecho fundamental se nos advierte en este tra- bajo que quizá por su obviedad pasó desapercibido por mu- chos de sus críticos: la relación entre el sujeto que escribe y el sujeto de la escritura. En torno a la escritura se juega actual- mente buena parte de la crítica cultural contemporánea. El historiador y antropólogo Michel de Certeau destacó no hace mucho que su tema de estudio era en realidad la “oralidad” lo cual no deja de sorprender tratándose de un “escritor”. La paradoja consiste en que la “oralidad” o los gestos de los ros- tros torturados, famélicos o neurotizados, no se entienden sin considerar los “tres o cuatro siglos de trabajo occidental” tejidos alrededor de la escritura.3
Frantz Fanon: política y poética del sujeto poscolonial es un tex- to que ante todo busca hacer justicia a su título: bellamente escrito y exigente. A través de su recorrido su lectura nos transmite la sensación de estar en el flujo del agua de un río. Qui- zás por esa razón la lectura de la obra de Fanon por De Oto enfatice no sus enunciados “esencialistas”, propios de su pre- sente, sino sus rasgos éticos contenidos en su estrategia na- rrativa. Su autor lo ve, siguiendo a Adorno, como una forma posible de “responder a la monstruosidad de ciertos proyectos históricos, culturales y sociales” inscritos en el colonialismo moderno. En vez de situarse en el ángulo prescriptivo de los discursos, De Oto prefiere el de sus zonas de incertidumbre. Así el Fanon de De Oto se revela a sí mismo al emprender su propio viaje por la escritura del sujeto alienado —potencial- mente revolucionario en la medida que queda enmarcado por las guerras de liberación nacional de las décadas de 1950 y 1960. El desafío de esta nueva lectura de Fanon consiste en- tonces en explicarnos por qué la transformación de la situa- ción política y cultural de “los condenados de la tierra” no coincide necesariamente con la modificación del dispositivo epistemológico productor del saber. En esa encrucijada se sitúan las reflexiones de Alejandro De Oto sobre la escritura en general y sus funciones éticas y políticas enmarcadas por la crítica poscolonial.
GUILLERMO ZERMEÑO
1 Italo Calvino, Por qué leer los clásicos, tr. Aurora Bernárdez, México, Tusquets, 1994.
2 Italo Calvino, Por qué leer los clásicos, p. 15.
3 Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano, I. Artes de hacer, tr. Alejandro Pescador, México, Universidad Iberoamericana, 1996, pp. 145-165.
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